BALSAMOS Y VINOS
Ángeles y abrepuertas, bandoneones y zaguanes, constelaciones y hebillas,
dos pájaros recostados sobre un montón de papeles,
dos pensamientos tocándose en el viento a través de la ropa...
y la inconciencia...
la cabeza recorriendo las migraciones absurdas del deseo,
y la conciencia...
...vos, yo, lo ajeno,
los afiches de la calle, el jengibre,
una procesión de cuerpos que demanda y que desborda...
el pueblo, un equilibrio constante de siluetas en mansa contradicción unas con otras,
unos y otros, despeinados, malolientes, desteñidos,
en una bella ciudad surrealista,
con realidades, sin embrago, tan humanas,
y debilidades tan sensibles,
que son, quizá, lo más noble que tenemos,
a la vez que son la moneda de cambio entre días y noches,
lunas y espinas, bálsamos y vinos dulces... o agrios.
Mi espacio (y a quién más puede importarle?), mi espacio mide un abrazo,
una lámina de piel, un renegrido relámpago en la tierra, un par de versos,
y un juicio, mi juicio, poco o mucho,
mis cuervos y mis palomas, mi América y mi ojo tuerto,
que pierde objetividad cuando intenta ver más ancho que la anchura de mi amor,
o quiere pensar lo que no piensa el amor,
o procura destrabar los secretos del amor en unas torpes palabras
que se enfrentan con la vida y no le importan a nadie...
2 comentarios:
Realidad en carne viva poeta. Me gustó mucho ese espacio que mide un abrazo que contiene las verdades y mentiras de su pueblo.
Un beso y feliz día.
Sí, un espacio para recrear la vista y retorcer la memoria. felicidades
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