viernes, 5 de diciembre de 2008

POR LA BOCA ANCHA DEL RIO

Hay un recuerdo sintético, en las paredes, de lo que fueran las horas de otras vidas,
un regreso vago al mundo de los sueños de hombres y mujeres
que nos hablaron con la propia sangre,
pero una fuga casi visceral de vientos (que es como una lija en la historia)
corre por la boca ancha del río...
quizá en Colonia, o en Montevideo, o en algún lado, se escuchen las plegarias de otros días,
de Buenos Aires.
...(y sin querer te busqué la ternura entre los pliegues del vestido,
sin querer domesticarte, sin querer arrepentirme jamás del miedo,
y mordí con lealtad tu nombre entre los gritos de todos...)
La noche me endemonió los dedos de hilos claros;
en esto que es el amor no hay más que un par de razones para estarse en pie noche tras noche,
y con esto, y un par de hojas vacías, y algunas perlas guardadas en el alma,
la calle se hace el espacio fundamental para el encuentro entre un extraño y sus huesos;
pasan humanas y hermosas conversaciones que nunca llevan a nada,
o sí... nos llevan a conocernos,
conversaciones que uno le saca a un árbol, a una puerta, a un demonio, a un grillo,
espejos en cada charco y charcos en cada rostro
volviendo la realidad como un mortero que machaca ideas, dudas y deseos,
curtiendo la piel con besos y raspones... en eso puedo sentirme,
pero, ya sabés quién soy, de tanto en tanto le rezo a mis santos y hermanos
una peregrina lágrima, una impúdica oración de patria o mierda...
vos y mi flaca canción derriten las parafinas, son todo lo que poseo,
además del cuento de los sueños de los que hablaron con tanto amor y fiereza,
que no los devuelve el tiempo, y por eso no los acaba...

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