LA RAZÓN DEL BUEY
Amable luna de esta noche,
terrible luna que se pega a la ventana,
y aunque se pega amablemente como un perfume
también, como uno de esos perfumes que se le pegan a uno, siempre es algo ajeno...
no es como la canción del alba, ni como las frutas del puerto,
es...
es como las braguitas de Ana, como las chucherías de María, como los ojos de Laura,
mías tanto como un ave en vuelo,
como su mismísima cara... amable, luna, jazmincito,
brisa dulzona trayendo una milonguita brava por los pasillos del lupanar de mi cuerpo,
un encuentro con la fe y, a la vuelta, un encontronazo con el ateismo puro de mis años,
ensueño de una ciudad semidesierta que es este abrazo mojado a medianoche,
báscula de uvas y rouge que no mide la razón bruta del buey, sino la fuerza de un hilo...
...y yo quieto, ante la provocación de tu naturaleza,
quieto, y te observo, y te huelo.
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